En determinadas épocas de la vida el cansancio puede contigo. Te levantas de la cama con sensación de no haber descansado y arrastras una apatía y una fatiga a lo largo de tu jornada, que te impiden rendir en el trabajo y en tus entrenamientos como debieras. Te ayudamos a entender cómo eliminar la fatiga y te damos varios consejos prácticos para combatirla. ¡Volverás a sentir que puedes con todo!
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¿Qué es la fatiga?
La fatiga es una sensación de cansancio, agotamiento y falta de energía, que si bien es normal como consecuencia de un esfuerzo físico, o de la falta de sueño, o incluso de una vida muy activa y estresada, puede tener también un componente psicológico de falta de motivación y apatía, que no se solucione con un sueño reparador, una comida equilibrada o un descanso mental. Es entonces cuando se hace necesario consultar con un especialista.
Las causas que producen la fatiga son muy diversas:
- Falta de descanso.
- Descanso poco efectivo.
- Alimentación no saludable.
- Procesos infecciosos, anemias, alergias o hipotiroidismo.
- Sobreentrenamiento físico.
- Estrés o ansiedad.
En ocasiones el cansancio se soluciona con un día de descanso, pero otras veces se convierte en un síndrome crónico, en el que el paciente arrastra una fatiga que le impide llevar una vida normal y que le afecta a nivel emocional.
Síntomas de fatiga
El cansancio puramente físico conlleva debilidad muscular, dolores generalizados, falta de apetito, disminución de las defensas y bajo rendimiento deportivo (empeoramiento de marcas o ausencias a entrenamientos).
El cansancio mental influye en la concentración, la memoria, la capacidad de aprendizaje y suele acompañarse de somnolencia o cefalea, mareo, depresión, desánimo, irritabilidad, llanto e imposibilidad de superar cualquier pequeño inconveniente.
Remedios para la fatiga
- Procura dormir ocho horas. En silencio y a oscuras. En una habitación a unos 21 grados y en posición boca arriba o de costado.
- Cena ligero, para que la digestión no influya en tu descanso.
- No te saltes el desayuno. Si no, no recibirás energía para la mañana. Recuerda que debe contener proteínas, carbohidratos, algo de grasa y un buen chute de vitaminas con un zumo o una fruta.
- Elimina toxinas. A veces la fatiga es consecuencia de que tu cuerpo acumula toxinas. Haz un día de dieta depurativa a base de frutas y verduras y te sentirás como nuevo.
- Regula los horarios. Llevar una rutina de horarios de comidas, sueño y trabajo. Así tu reloj biológico no se verá afectado y respetarás sus tiempos.
- Planifica tu jornada. El caos cansa el doble que la misma actividad ordenada. Además si te organizas no irás corriendo por la vida y podrás relajarte.
- Aprende a delegar. No pretendas hacerlo tú todo. Un poco de ayuda es necesario para no sobrecargar ni a tu cuerpo ni a tu mente.
- Descansa también del deporte. Entrenar es imprescindible si quieres superar una marca o te estás preparando para una prueba, pero tus músculos necesitan también un descanso. Para al menos uno o dos días, tras cinco días de entrenamiento seguido. Si no lo haces acumularás más ácido láctico y te sentirás agotado.
- No te tumbes a la bartola. Una cosa es no excederte con el ejercicio y otra pasarte el fin de semana tumbado. El sedentarismo produce cansancio mental y no te ayuda a dormir bien por las noches. Practicar un deporte de forma habitual consigue que relajes la mente y mejores la circulación y la respiración.
- Reserva algo de tiempo para darte un baño relajante, oír música tranquila o leer un libro que te apasione. Cambiar de actividad y parar unos minutos al día, evitará que acumules tanta fatiga.
- Respira profundo y consciente durante dos minutos al levantarte y dos antes de acostarte. Deja la mente en blanco y sé consiente de cómo el aire entra en tus pulmones, infla tu vientre y expande el diafragma. Espira echando el aire por la boca y vaciando completamente tus pulmones.
En AXA Health Keeper te hablamos hace algunos meses de los nutrientes que te pueden ayudar a superar el cansancio y una dieta antifatiga, ¿recuerdas? Los carbohidratos complejos, las vitaminas del grupo B, las proteínas, el omega 3 o el triptófano no pueden faltar en tus menús. Búscalos en carne de ternera, pollo, pavo, pescado blanco y azul, avena, nueces, pan, pasta o arroz integral, leche y derivados lácteos, semilla de lino, lentejas, plátanos, mandarinas, frutos rojos, zanahorias, tomates…
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