Nutrición en el trabajo: Aprende qué debes comer según tu actividad laboral.
La relación directa entre la alimentación y la salud, es algo que ya nadie pone en duda.
Tu rendimiento laboral también está ligado a tu alimentación, de ahí surge el concepto de Nutrición Laboral. Si tu alimentación es deficiente, también lo será tu calidad de vida, y tu capacidad de trabajo y esfuerzo se verá directamente afectada.
Las necesidades calóricas de cada persona se calculan en función de la actividad física de la misma, y ahí entra tanto el ocio como el tipo de trabajo.
La actividad laboral se puede clasificar en:
- Trabajos ligeros, que se atribuyen a los que trabajan en oficinas o comercios.
- Trabajos activos, como industria, construcción, agricultura.
- Trabajos muy activos, como los peones, mineros, leñadores o atletas profesionales.
También se habla de Trabajo sedentario o Trabajo de gran desgaste físico o psíquico.
¿Qué consecuencias físicas aparecen al comer mal?
Cuando no te alimentas correctamente provocas una serie de deficiencias en tu organismo que tienen consecuencias físicas, y se trasladan al rendimiento en el trabajo.
- La falta de hierro, presente en carne, cereales y legumbres, provoca anemia y falta de concentración y fallos de memoria.
- El déficit de magnesio, presente en frutos secos, sal marina, cacao, o germen de trigo, aumenta el riesgo de padecer insomnio, ansiedad o estrés.
- La falta de vitamina B12, abundante en vísceras, hígados, huevos o lácteos, puede dar lugar a alteraciones en el sistema nervioso y problemas con los glóbulos rojos.
- El déficit de piridoxina o vitamina B6, que se encuentra en carne, pescado azul y cereales integrales, produce depresión e irritabilidad.
Consejos:
- Bebe mucha agua. Dos litros de agua al día sería lo más recomendable.
- Come alimentos de todos los grupos.
- No te saltes ninguna comida.
- Realiza cinco comidas al día. A media mañana toma una pieza de fruta, o un zumo, o algo de proteína sin grasa, y a media tarde también toma algo ligero para no llegar a la cena con tanta hambre.
- Planificar la comida de todo el día. Así no repetirás y comerás de todo.
- El desayuno es la comida más importante. Compuesto de fruta o zumo, lácteo, y cereales.
- Practica ejercicio de manera regular.
- La comida al mediodía debe compensar el gasto energético de la mañana y ser capaz de darte energía para toda la tarde. Deberá constar de: verduras, proteínas, hidratos de carbono, grasas y fruta.
- Presta atención a la manera de preparar los alimentos. Preferiblemente a plancha o al wok, o al vapor.
- Combina los alimentos y compensa los excesos.
- Recuerda que debes comer:
- Cuatro veces a la semana carne de ave, pollo o pavo.
- Carne roja sólo dos veces por semana.
- Pescado, cuatro veces por semana, y en dos ocasiones pescado azul, como bonito, o sardinas.
- Arroz o pasta, tres veces a la semana, una como plato principal, y el resto como guarnición.
- Patatas y otros tubérculos dos o tres veces a la semana, pero no fritas, sino cocidas o guisadas.
- Legumbres se pueden comer dos veces por semana, variando el tipo de legumbre y su preparación.
- Consume todos los días verduras, cocinadas o crudas y frutas. En total cinco raciones de frutas o verduras cada día.
Sigue estos consejos tanto si comes en un restaurante como si te llevas comida de casa. Evita caer en la tentación de pedir el plato que más te gusta o prepararte un “tupper” sólo con los alimentos que prefieres.
Si te lo propones serás capaz, de llevar una dieta sana y equilibrada que acompañada de ejercicio físico regular, te haga estar sano y fuerte para trabajar a pleno rendimiento.
Aprovecharás todas tus capacidades y aumentarás tu productividad, porque te sentirás menos cansado, menos pesado, y con más energía y positividad.
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